Diversidad funcional/discapacidad
¿De qué se ocupa una sexóloga orientadora en sexualidad y diversidad funcional?
Primero diré unas palabras sobre lo que queremos decir cuando hablamos de diversidad funcional.
Según Javier Romañach y Manuel Lobato, del Foro de Vida Independiente se entiende que la diversidad funcional no tiene nada que ver con la enfermedad, la deficiencia, la parálisis, el retraso, etc. Toda esta terminología viene derivada de la tradicional visión del modelo médico de la diversidad funcional, en la que se presenta a la persona diferente como una persona biológicamente imperfecta que hay que rehabilitar y "arreglar" para restaurar unos teóricos patrones de "normalidad" que nunca han existido, que no existen y que en el futuro es poco probable que existan precisamente debido a los avances médicos.
Las mujeres y hombres con diversidad funcional tienen que ver con sociedades que, siendo intrínsecamente imperfectas, han establecido un modelo de perfección al que ningún miembro concreto de ellas tiene acceso, y que definen la manera de ser física, sensorial o psicológicamente, y las reglas de funcionamiento social. Y que este modelo está relacionado con las ideas de perfección y "normalidad" establecidas por un amplio sector que tiene poder y por el concepto de mayorías meramente cuantitativas.
Esta propuesta busca un lugar intermedio que no obvie la realidad. Las mujeres y hombres con diversidad funcional son diferentes, desde el punto de vista bio-físico, de la mayor parte de la población. Al tener características diferentes, y dadas las condiciones de entorno generadas por la sociedad, se ven obligados a realizar las mismas tareas o funciones de una manera diferente, algunas veces a través de terceras personas.
Así, una persona sorda se comunica a través de los ojos y mediante signos o señas, mientras que el resto de la población lo hace fundamentalmente a través de las palabras y el oído. Sin embargo, la función que realizan es la misma: la comunicación. Para desplazarse, una persona con una lesión medular habitualmente utiliza una silla de ruedas, mientras que el resto de la población lo hace utilizando las piernas: misma función, manera diversa.
Mi trabajo consiste en coordinar ayudas que pueden necesitar las personas con discapacidad física o intelectual, sus familias, parejas, allegados, compañeros sexuales (entorno), pudiendo facilitarles respuestas a estas problemáticas de manera natural, para ayudar/acompañar a obtener la concreción de un deseo, fantasía o ilusión, proyecto, necesidad física, afectiva, que pueda demandar la persona con discapacidad.
Las intervenciones pueden ser de manera individual o colectiva, ya sea en el consultorio o en talleres de sexualidad. También pueden ser inter-disciplinarias cuando la ocasión así lo requiere.
Todo esto variará según el nivel de dependencia o de apoyo que la persona necesite. No es lo mismo si la persona es muy limitada que si la persona tiene mayor nivel de autonomía.
Como con cualquier persona, hombre o mujer, no hay un modelo único de sexualidad, sino que cada uno tiene el propio, el individual, que se va construyendo y que cada uno lo irá vivenciando de manera que le sea gratificante y posible.
La tarea del sexólogo especialista en sexualidad y diversidad funcional, o del orientador es la de intervenir en este devenir biográfico y personal de la sexualidad, en este caso la sexualidad de las personas con diversidad funcional. Muchas veces la persona sola no encuentra la manera, o la familia se halla desorientada en relación a este aspecto de la vida.
Algunos ejemplos serían la educación sexual, como mantener encuentros sexuales y/o sexo-genitales, como tener los cuidados necesarios en anticoncepción, prevención de infecciones de transmisión sexual, como ponerse o poner un preservativo, como practicar el coito u otro tipo de prácticas sexuales. Otras veces pasa por la orientación sobre como auto estimularse, o sobre cosas del el propio cuerpo, el de las otras personas, o sobre conceptos erróneos o mitos.
Muchas personas con DF (al igual que la mayoría de las personas), tienen información errónea que obtienen de la pornografía cinematográfica o de revistas. De este material es donde la mayoría saca información. También de internet. Suelen quedar captados por este imaginario, aún más en personas con menor pensamiento crítico.
La tarea de una sexóloga en este caso, sería explicar que ese no es el modelo real de la sexualidad, y ofrecer material didáctico más realista, acompañamiento, bibliografía, juegos, o juguetes sexuales (no en todos los casos), siempre adaptándolos, ya que estos productos, no están pensados para personas con discapacidad.
Las familias pueden tener un papel muy facilitador de deseos, ilusiones, capacidades, o al contrario tener un papel muy castrador respecto a la propia persona con discapacidad intelectual.
La idea es que las personas con diversidad funcional sean las que decidan.
Es sorprendente observar como muchas veces la demanda de la familia es totalmente diferente a la de la persona. La familia suele llevar a la consulta a la persona pero esta NO considera que ella tenga ningún tipo de problemática. Pienso que este es uno de los puntos en el que hay que ser muy cuidadoso, sobre todo en una sociedad tan patriarcal como la nuestra, donde todavía muchos padres creen que deben empujar a iniciar sexo-genitalmente a sus hijos varones a costa de cualquier presión.
La sociedad genera tabúes, mitos, arquetipos, pero lo interesante sería poder salirse de esas normativas del sistema, de esos discursos preestablecidos que nos atrapan y angustian a diario, porque la sexualidad es tan personal, creativa, y exquisita como cada persona.
También debemos reconocer que el paradigma ha cambiado, la mirada era tremendamente radical y se solía llegar a esterilizar un hijo con discapacidad sin justificación. Aunque aún los derechos humanos, o los derechos de las personas con diversidad funcional están vulnerados, hoy está abierta la lucha para defenderlos.
La sexualidad no discrimina si alguien es una persona con diversidad funcional o no. La sexualidad es de todos y lo es tan solo porque somos seres humanos sexuados.
La sexualidad biográfica es una energía que motiva, que curiosea, que crea, que nos hace libres.
Gabriela Uzal.
Bibliografía: Javier Romañach, Manuel Lobato, Gemma Delofeu.